La búsqueda del bienestar y la plenitud en nuestra vida, suele llevarnos a un punto importante para nuestro desarrollo, la inteligencia emocional, que puede ser definida como la capacidad de entender y manejar nuestras emociones, mantenernos motivados y empatizar con otros, para poder mejorar nuestras relaciones.
Suena sencillo, pero al momento de explorar nuestro mundo interno, notamos que hay muchas emociones desagradables a las que parecemos estar huyendoles todo el tiempo. Peor aun, muchas a las que ni siquiera podemos poner un nombre, porque no logramos identificar lo que estamos sintiendo.
Existe bastante literatura sobre las emociones, se suelen mencionar las mismas 5 o 6 (Miedo, tristeza, ira, alegría, sorpresa y asco), pero podemos experimentar muchas mas.
Ahora que ya podemos identificar lo que sentimos ¿cómo lo manejamos?
Hay 3 factores que tenemos que considerar:
1- Capacidad de redirigir la atención: entender que la emoción tiene su curva y va a pasar, no solo enfocarse en la situación que origina la emoción, además, intentar tener una perspectiva amplia.
2-Evaluación cognitiva que le da sentido a la experiencia emocional: cuestionarnos ¿qué fue lo que ocurrió? ¿por qué me afecta tanto? ¿qué puedo hacer al respecto? ¿qué viene a decirme esta emoción? Es importante incluir un procesamiento de esta información.
3- Manejo de consecuencias fisiológicas de la emoción: es indispensable escuchar al cuerpo y lo que pide, no sólo fingir que todo sigue igual, parte de vivir una emoción es experimentar cambios en nuestro organismo. Querer que pase rápido, ignorarlo o contenerme, solo contribuye con aumentar el estrés y acumular tensiónes.
Durante este proceso las emociones pueden aumentar, mantenerse o disminuir, implicando cambios en la respuesta emocional, tanto en la agradable como en la desagradable.